Los minibuses escolares nos llevan a Hampton Court, la primera visita programada. Nos acompaña Julián, asistente de español en el City of London Freemen's School. Antes de entrar, los alumnos ya quieren sacarse fotos: en el puesto de helados, en las típicas cabinas de teléfono inglesas. El sol nos acompaña y se nos hace raro estar en Inglaterra.
En el patio de acceso a Hampton Court nos reciben Henry VIII y una de sus seis esposas. Los chicos se acercan para sacarse una foto con tan insignes personajes y empiezan a relacionarles con la Reforma y la Contrarreforma que han estudiado este curso en Ciencias Sociales. Paseamos por los patios del Palacio, las habitaciones de Enrique VIII, sus cocinas y jardines, y nos imaginamos la vida en el siglo XVI. El contraste con los castillos castellanos de la misma época hace admirar más la riqueza de este palacio, residencia real hasta el siglo XIX. Los alumnos fotografían cada rincón y escuchan las explicaciones con atención, tomando nota de las características del estilo arquitectónico Tudor. En la Royal Chapel y en el Great Hall admiran los techos profusamente decorados y preguntan por los rincones que aún no han visto pero que aparecen en el plano que se les ha dado al entrar.
Ya tenemos hambre y estamos cansados. Comemos en los imponentes jardines del palacio, a orillas del Támesis. La hierba está ligeramente mojada, pero nos sentamos igual, relajados, rodeados de verde y a la sombra de unos tejos centenarios. Antes de dirigirnos al laberinto, los chicos protagonizan un episodio con los cisnes de la orilla del río que pasa al anecdotario privado de este viaje. El laberinto les resulta tan sencillo que nos sobra tiempo para hacer otro pequeño descanso antes de tomar el barco hasta Kingston, donde harán sus primeras compras.
A su regreso se reencontrarán con sus compañeros, que les esperan en el colegio. Están cansados y con ganas de volver a casa, a su casa en Inglaterra.
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